jueves, 25 de diciembre de 2014

El amigo invisible

  Aunque sé que aún (espero que pueda decir "aún" durante poco tiempo) los visitantes del blog son bastante pocos os preguntaré, ¿qué tal la cena y la fiesta de Noche Buena? En este blog hablo siempre del pasado, pero hoy me iré más aún al pasado, cuando yo aún ni sabía que existía la universidad. 
  Durante mi infancia las cenas para estos eventos eran inmensas, con todos los tíos, abuelos, primos, sobrinos, hijos, Papá Noel, Los Reyes Magos, el Niño Jesús y hasta el primer homo sapiens. Eran tiempos buenos, la verdad. No por la comida (que también), sino por los ratos familiares que echábamos, las risas, los chistes, los villancicos, los juegos populares... 
  Una de mis primas y yo, que por entonces éramos las más pequeñajas de la familia, nos dio un par de años por obligar a todos a jugar al "amigo invisible". Recolectábamos trastos que ya no queríamos para venderlos y repartíamos los papeles con los nombres. Claro que nosotras íbamos con una idea clave en la que nadie podía comprar lo que quisiera, sino lo que nosotras le decíamos. Resulta que por entonces el único calvito que había en mi familia era mi papá (después ya fueron cayendo algunos de los nietos y desde luego mi tío el de la cortinilla no cuenta). Y nosotras, que lo del amigo invisible no tenía validez pues nos tenían que decir quién le había tocado a cada uno, tuvimos la mala leche de hacer que, al que le tocó ser el amigo invisible de mi padre, le obligamos a comprar un peine. 
  La cosa acabó en muchas risas y unas cuantas pesetas para mí y mi prima ;) 


2 comentarios:

  1. Tienes un blog precioso, me ha gustado muchísimo la entrada y tu diseño.
    Me hago seguidora y te espero por el mío.
    Un besazo <3

    ResponderEliminar
  2. Te sigo^^ así que me quedo por aquí. AB.

    ResponderEliminar